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Banco en las hojas de otoño

EL AMOR QUE PENDE DE UN HILO

De qué estás hecho,
de paz?
Yo de pasión, de llamas.
Hecho de tibia luz?
Yo de relámpagos ardientes.

Estás  hecho de yerbas fragantes
Y  de flores  desojadas por la vida,
Delineando rastros,
de esos rastros que aturden y enloquecen.

Pides más,
pero solo tengo una boca que besa,
y  un puñado de caricias en las manos.

Pides más,
Y ruego calma,
esa que poseen  los hijos de la paz.
Pero quisiera desatar la tormenta
que tenga  truenos y centellas
alumbrando los hilos finísimos de este amor.

Carmen Amaralis Vega

Image by Bruno van der Kraan

CAVERNAS DE MÁRMOL Y AMOR

Manos divinas confabulan.
No hay marcha atrás,
No  valen  arrepentimientos.

Cómo arrepentirnos del placer en la piel,
del brillo en  los ojos pidiendo un poco más
del sagrado elixir de las  bocas  
girando en cavernas de delicias.

Cómo arrepentirnos de todas las  locuras.
De esas locuras que nos cubren el centro,
en  prístino cántico celestial
delirando en el milagro del gemido,
arrebatados en este templo de mármol vivo.

Cómo arrepentirnos, reprocharnos,
si en medio del placer escuchamos
las campanas repicando en nuestros cuerpos.

Cómo arrepentirnos si sentimos
los fulgores interiores del alma
con  el sagrado ritmo de la vida,
en el místico refugio del amor,
como el núcleo ardiente
del centro de los sueños,
porque  para amarnos nacimos.

Carmen Amaralis Vega

Pluma fuente

ARDIENDO EN LA TINTA DE UN POEMA

Libélula feliz,
con las alas mojadas,
hoy tengo los colores que buscabas.

Se terminaron los grises insufribles.

Puedo camuflar mis ardores
Y escribirte un poema
con el verde esperanza
centelleando en los ojos.

La negrura alejándose del verso,
con el azul tenue de la piel nacarada.

Llueve, y el arco iris crece en los delirios
con  chispas deslumbrando ese abrumado ser.

Y me parto en dos, dices, dos en una,
redoblada en la carne del placer:

La que vive en la jaula dorada del poema,
Y esa que se acomoda entre tus versos
para arder en las llamas
que encendieron los elfos.

Soy malabarista de miel que reverbera,
pebetero ardiente
enredada en tus alas,
en bosques misteriosos
canción celeste,
volando en la alfombra que te eleva
descifrando el futuro
y ardiendo en la tinta de un poema.

Carmen Amaralis Vega

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